La volatilidad de un activo financiero es, como sabemos, la desviación (positiva o negativa) dentro del estándar de valor de dicho instrumento en un marco temporal específico. Dicho de forma más simple: son las oscilaciones (a la alza y a la baja) en el valor de dicho instrumento, dentro de una tendencia determinada.
Ahora bien, ¿es éste un elemento positivo o negativo a la hora de armar un portafolio de inversiones?
Según las más modernas teorías de administración de carteras, la volatilidad es uno de los grandes enemigos de los inversores, y esto sería así dado que del mismo modo que dicha volatilidad puede elevar nuestras ganancias por encima de lo normal (siempre dentro del estándar del que hablábamos) también puede elevar nuestras pérdidas de una forma sumamente peligrosa.
Por lo tanto, como inversores, ¿nos conviene invertir en un activo de alta volatilidad o, por el contrario, debemos buscar activos cuyos precios sean más estables?
Aquí, una vez más, se vuelve decisiva nuestra filosofía de inversión y el horizonte temporal que nos hayamos trazado para nuestra cartera.
Para un inversor de valor, la volatilidad será su gran fuente de riqueza, y esto es así, porque al inversor de valor lo único que lo preocupa es el valor intrínseco del activo y la posibilidad de que ese valor se mantenga en el tiempo. Por lo tanto, cuando vea que su precio (producto de la volatilidad generada por el pánico, por ejemplo) cae muy por debajo de su valor intrínseco, simplemente comprará y esperará pacientemente a que las condiciones se normalicen y el valor del activo, tarde o temprano, se refleje en su precio de mercado.
Un inversor temeroso de perder o cuyo horizonte temporal es menor, en cambio, deberá evitar posicionarse en esta clase de activos, dado que es posible que por temor o necesidad decida vender antes de tiempo y asuma, de ese modo, una pérdida absolutamente innecesaria para su cartera.
Por último, me parece importante remarcar el hecho de que en los períodos contractivos suelen producirse incrementos notorios de la volatilidad en casi todos los activos. Y es allí, en esos momentos, donde las estadísticas nos muestran los pisos del mercado. Por lo tanto, si bien no es fácil detectar esos pisos, sí es importante tener presente que las mayores posibilidades de ganancias están asociadas a ese elemento muchas veces tan temido que es la volatilidad. En estos casos, como es lógico, será imprescindible que hagamos un análisis fundamental correcto, no sólo de la compañía y el sector en el cual vamos a invertir, sino de la economía en su conjunto.
Como dato final, tengamos en cuenta que los pisos de los mercados suelen encontrarse, estadísticamente, un poco antes de que las señales contractivas empiecen a revertirse.
Ahora bien, ¿es éste un elemento positivo o negativo a la hora de armar un portafolio de inversiones?
Según las más modernas teorías de administración de carteras, la volatilidad es uno de los grandes enemigos de los inversores, y esto sería así dado que del mismo modo que dicha volatilidad puede elevar nuestras ganancias por encima de lo normal (siempre dentro del estándar del que hablábamos) también puede elevar nuestras pérdidas de una forma sumamente peligrosa.
Por lo tanto, como inversores, ¿nos conviene invertir en un activo de alta volatilidad o, por el contrario, debemos buscar activos cuyos precios sean más estables?
Aquí, una vez más, se vuelve decisiva nuestra filosofía de inversión y el horizonte temporal que nos hayamos trazado para nuestra cartera.
Para un inversor de valor, la volatilidad será su gran fuente de riqueza, y esto es así, porque al inversor de valor lo único que lo preocupa es el valor intrínseco del activo y la posibilidad de que ese valor se mantenga en el tiempo. Por lo tanto, cuando vea que su precio (producto de la volatilidad generada por el pánico, por ejemplo) cae muy por debajo de su valor intrínseco, simplemente comprará y esperará pacientemente a que las condiciones se normalicen y el valor del activo, tarde o temprano, se refleje en su precio de mercado.
Un inversor temeroso de perder o cuyo horizonte temporal es menor, en cambio, deberá evitar posicionarse en esta clase de activos, dado que es posible que por temor o necesidad decida vender antes de tiempo y asuma, de ese modo, una pérdida absolutamente innecesaria para su cartera.
Por último, me parece importante remarcar el hecho de que en los períodos contractivos suelen producirse incrementos notorios de la volatilidad en casi todos los activos. Y es allí, en esos momentos, donde las estadísticas nos muestran los pisos del mercado. Por lo tanto, si bien no es fácil detectar esos pisos, sí es importante tener presente que las mayores posibilidades de ganancias están asociadas a ese elemento muchas veces tan temido que es la volatilidad. En estos casos, como es lógico, será imprescindible que hagamos un análisis fundamental correcto, no sólo de la compañía y el sector en el cual vamos a invertir, sino de la economía en su conjunto.
Como dato final, tengamos en cuenta que los pisos de los mercados suelen encontrarse, estadísticamente, un poco antes de que las señales contractivas empiecen a revertirse.